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Conuropsis carolinensis

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Mensaje por Isidro Sáb Dic 05, 2015 1:18 am

Conuropsis carolinensis (Linnaeus, 1758) Salvadori, 1891

12-Agosto-2015.
Cautividad. Europa, Francia, Países del Loira, Maine y Loira, Angers, Rue Jules Guitton, Muséum des Sciences Naturelles d'Angers.
Coordenadas: 47°28′25″N, 0°32′47″O.
Leg: Isidro Martínez. Det: Isidro Martínez.


Dominio: Eukaryota.
Reino: Animalia.
Filum: Chordata.
Clase: Aves.
Orden: Psittaciformes.
Familia: Psittacidae.
Subfamilia: Arinae.
Género: Conuropsis.
Especie: Conuropsis carolinensis.

De entre las aves extintas recientemente, una de las más famosas es la paloma viajera. En el aspecto físico, este loro no se parece mucho a ella, pero en su biología, distribución y triste historia de su exterminio es casi idéntica.

Esta cotorra era bastante particular, única especie bien conocida de su género, el cual estaba estrechamente relacionado con las Aratinga, con las que coincidía bastante en forma, tamaño y coloración. Existía otra especie de este género, extinta hace millones de años (en el Mioceno) y de la que solo se conoce un único hueso fósil que indica un tamaño mucho menor. La cotorra de la Carolina medía entre treinta y dos y treinta y cuatro centímetros de longitud y entre cincuenta y tres y cincuenta y ocho centímetros de envergadura alar, poseía alas afiladas y una larga cola. Su plumaje era principalmente verde, más azulado en el pecho y las coberteras terciarias alares y más claro en la zona ventral que en la dorsal, pero la cabeza era amarilla transformándose gradualmente en naranja intenso hacia la frente y alrededor de los ojos. Éstos eran castaños, y se hallaban rodeados por un amplio anillo ocular blanco, desprovisto de plumas. El borde frontal de las alas era amarillo y naranja. El pico era de color córneo, y las patas eran de color marrón claro. Ambos sexos eran idénticos. Los juveniles de esta especie poseían un plumaje totalmente verde, sin rastro de amarillo y naranja en la cabeza ni en los hombros.

Era la especie más septentrional de entre todos los loros del mundo, la única autóctona en Estados Unidos, y se repartía por todo el este de dicho país y de México, la región de las Grandes Llanuras y el Medio Oeste, llegando por el norte hasta Nueva York, por el sur hasta el Golfo de México y por el oeste hasta Colorado. Se dividía en dos subespecies, la nominal de plumaje intenso y la subespecie ludovicianus de plumaje más pálido. Vivía en bosques maduros provistos de grandes árboles, especialmente en bosques riparios. En su tiempo fue un ave extremadamente abundante, cuya población contaba con varios millones de ejemplares, siendo su densidad especialmente intensa en Florida. Formaba enormes y ruidosas bandadas de hasta tres centenares de individuos. Permanecían activos sobre todo al amanecer y al atardecer, descansando tanto por la noche como en las horas calurosas del día. Probablemente se emparejaba de por vida, aunque este dato se desconoce con exactitud. Para anidar buscaban un agujero en el tronco de algún árbol, donde las hembras ponían de dos a cinco huevos blancos, casi esféricos, que medían cuatro centímetros de diámetro y que eran incubados durante tres semanas. Se observó que los padres eran descuidados en la alimentación de su prole y a menudo no la lograban sacar adelante. Los polluelos podían volar a los dieciocho o diecinueve días de nacer, y alcanzaban la madurez sexual al año de edad, el ave podía vivir hasta treinta años. Se alimentaba principalmente de semillas, aunque también consumía algunos frutos carnosos, y su alimento favorito eran las semillas de los cadillos (Xanthium spp), tóxicas, pero a las que el ave era inmune. Aunque las aves debieron enfrentarse a múltiples peligros (raramente un animal se extingue a causa de un único factor), como fueron la intensa deforestación para la creación de terrenos agrícolas y la introducción de la abeja de la miel europea que competía por los lugares para anidar, el motivo más conocido de su desaparición fue su exterminio directo. Aunque algunas aves se cazaban para usar sus plumas como decoración, por el consumo de su carne o se capturaban vivas para tenerlas como mascotas, la mayor parte fueron masacradas por los agricultores del modo más infame e hipócrita posible: después de haber destruido el hogar forestal del ave, estos loros fueron obligados a permanecer en los campos de cultivo, y su presencia en ellos hizo creer que eran una plaga agrícola, cuando en realidad las aves se alimentaban de las semillas de los cadillos (Xanthium spp.), una planta ruderal invasiva en aquella zona y perjudicial para los cultivos. De modo que en realidad, beneficiaban las cosechas. El fuerte comportamiento gregario y solidario de este loro fue su perdición: cuando un granjero disparaba a un ejemplar, otros miembros de la bandada bajaban junto al compañero abatido y se quedaban en su compañía. Sin embargo, probablemente el remate final de esta especie no fue la caza, sino la transmisión de nuevas enfermedades por las aves de corral importadas de Europa. El último ejemplar salvaje fue tiroteado en 1904 en Florida, y el último ejemplar cautivo, un macho llamado "Incas", murió en el zoo de Cincinnati el 21 de febrero de 1918, un año después que su compañera "Lady Jane", la última hembra, y sólo tres años y medio después de que "Martha", la última paloma viajera, muriera precisamente en el mismo recinto.

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