Carlina acanthifolia

Carlina acanthifolia Allioni, 1785 ssp. cynara De Candolle, 1805

15-Agosto-2010.
Europa, España, Aragón, Huesca, Pirineos, Valles de Aragüés y Ordesa, subida al Bisaurín, en pastizales alpinos.
Leg: Isidro Martínez. Det: Isidro Martínez.


Dominio: Eukaryota.
Reino: Plantae.
Filum: Anthophyta.
Clase: Magnoliopsida.
Orden: Asterales.
Familia: Asteraceae.
Subfamilia: Carduoideae.
Género: Carlina.
Especie: Carlina acanthifolia.

Este espectacular cardo acaule posee una roseta densa de hojas de hasta treinta y dos centímetros de longitud y doce y medio de anchura, aplicadas planas contra el suelo, tomentosas por el envés, lobuladas con entre cinco y diez pares de lóbulos cuyos márgenes están llenos de espinas punzantes de hasta tres centímetros y medio de longitud. En el centro de la roseta de hojas aparece una única enorme inflorescencia amarillo-dorada a ras de suelo, consistente en un involucro globoso de cuatro a nueve centímetos de diámetro, de brácteas estrechas, moradas y orladas cada una de numerosas espinas finas, las brácteas superiores, sin espinas en los márgenes, son muy diferentes a las restantes, de tres a siete centímetros de longitud y tres a cinco milímetros de anchura, de color pajizo dorado, y cumplen la función de lígulas, rodeando al disco floral, que carece de verdaderas lígulas. El disco floral está formado por flores tubulares amarillas de un centímetro y medio de longitud. La inflorescencia aparece entre julio y septiembre del segundo año de su vida, y se transforma entonces en una infrutescencia, con aquenios cilíndricos de cuatro a siete milímetros de longitud, sedosos y provistos en su extremo de un vilano de entre cuatro y catorce pelos plumosos de color blanco puro. Tras madurar los frutos, la planta muere.

Es endémica de las zonas montañosas de Europa sudoccidental, incluyendo los Pirineos, los Apeninos y Sierra Nevada. Es propio de los pastizales de montaña, donde habita en taludes y praderas secas, graveras, roquedos, matorrales, márgenes de caminos e incluso claros de bosque, a entre seiscientos y dos mil trescientos veinte metros de altitud. Es frecuente que siguiendo el folclore tradicional, se recolecte, se deje secar y se cuelgue de las puertas de las casas para espantar a las brujas. También se usaba como un tosco barómetro, ya que las brácteas que rodean al disco se cierran ante la humedad ambiental, incluso mucho después de seca la planta, y vuelven a abrirse cuando el aire es seco de nuevo. El cogollo de la inflorescencia inmadura se consumía antaño como verdura.