Hydrodamalis gigas

Hydrodamalis gigas (Zimmermann, 1780) Palmer, 1895

27-Julio-2019.
Cautividad. América, Norteamérica, Estados Unidos, Nueva Inglaterra, Massachusetts, Suffolk, área metropolitana de Boston, Cambridge, Campus de la Universidad de Harvard, Museo de Historia Natural de Harvard.
Leg: Isidro Martínez. Det: Harvard Museum of Natural History.


Dominio: Eukaryota.
Reino: Animalia.
Filum: Chordata.
Clase: Synapsida.
Orden: Sirenia.
Familia: Dugongidae.
Subfamilia: Hydrodamalinae.
Género: Hydrodamalis.
Especie: Hydrodamalis gigas.

La vaca marina de Steller es una especie recientemente extinta de enorme mamífero marino, el más grande de los sirenios tanto recientes como prehistóricos, que medía normalmente unos ocho metros de longitud, con un máximo de hasta diez metros, y pesaba entre cuatro y diez toneladas. Tenía la forma típica de un sirenio, con la cola ahorquillada típica de los dugongos (en contraposición a la cola en forma de pala de los manatíes) y su piel era negra parduzca (algunos ejemplares poseían manchas blancas), lisa en el lomo y rugosa en los flancos, sumamente gruesa (de hasta dos centímetros y medio de espesor), a la cual se sumaba una capa de grasa de entre ocho y diez centímetros de espesor. Tenía una cabeza pequeña y corta en proporción a su inmenso cuerpo, dirigida hacia abajo. Sus ojos eran pequeños y negros, sin pestañas, pero con una membrana nictitante que usaba al alimentarse para no dañar sus ojos con los manojos de algas. Sus fosas nasales medían unos cinco centímetros de diámetro. Su labio superior era grande y ancho, extendido mucho más allá de la mandíbula, como en el dugongo. Este labio poseía también una densa cobertura de gruesas y cortas cerdas blancas entrelazadas, de unos cuatro centímetros de longitud. Su dentición estaba mucho más reducida que en los sirenios vivientes: carecía completamente de dientes. Entre el paladar y la mandíbula poseía dos placas masticatorias, unidas por papilas. Su lengua era pequeña, situada atrás en la boca, y no alcanzaba las placas masticatorias. Sus aletas anteriores, triangulares, medían unos sesenta y siete centímetros de longitud, se mantenían perpendiculares al cuerpo y dobladas hacia la cola, y su cara interna estaba recubierta de cerdas. Probablemente el esqueleto de estas aletas carecía completamente de falanges, a diferencia de los dugongos y manatíes. Las hembras poseían un solo par de glándulas mamarias. Su corazón pesaba dieciséis kilos, su intestino alcanzaba los ciento cincuenta y un metros, su ano medía diez centímetros de anchura y el macho poseía un pene de ochenta centímetros de longitud. Las colosales proporciones de este animal único, por desgracia exterminado sólo veintisiete años desde su descubrimiento, sólo son comparables a las de las ballenas entre los mamíferos actuales.

Era endémica de las frías aguas del Mar de Bering, en la época de su descubrimiento quedaba ya relegada a las Islas del Comandante (islas de Bering y Medni), pero durante el Pleistoceno la especie estaba mucho más extendida y llegaba desde la Bahía de Monterrey en California hasta Honshu en Japón. Habitaba en las costas arenosas poco profundas y en las desembocaduras de los ríos. Pasaba la mayor parte del día alimentándose, pero debía asomar la cabeza por encima del agua cada cuatro o cinco minutos para respirar. Su principal alimento era el kelp aunque podía consumir varias otras especies de macroalgas. Usaba las cerdas de su labio superior para arrancar las algas y sostenerlas mientras las comía. A menudo se echaba una siesta panza arriba después de comer. A diferencia de los dugongos y manatíes supervivientes actualmente, la vaca marina de Steller tendía a flotar y no podía sumergirse del todo. Esto hacía que seguramente no tuviera acceso a alimentos situados a más de un metro por debajo del límite de la marea baja. Vivía en pequeños grupos familiares y era muy sociable, incluso ayudaban a los ejemplares heridos de su especie. Era monógama y se apareaba a inicios de primavera. Tras poco más de un año de gestación, la hembra paría una sola cría, que nacía en otoño. La madre cuidaba y amamantaba a su cría y la protegía contra orcas y tiburones, probablemente ni siquiera estos superdepredadores se atrevían o se interesaban por los adultos. Este animal fue descubierto con vida en 1741, por un médico naufragado en la isla de Bering. El informe de su avistamiento provocó un entusiasmo entre los cazadores de focas y de ballenas que acudieron al lugar y masacraron a la especie capturando grandes cantidades de estos animales hasta su exterminio en 1768. El parásito Cyamnus rhytinae, único de su grupo que habitaba sobre sirenios en lugar de sobre ballenas, se extinguió junto con la vaca marina y ni siquiera se han conservado especímenes en los museos. Aparentemente, diversas especies de aves marinas dependían en buena parte de este parásito y se posaban sobre los lomos expuestos de las vacas marinas para consumirlo. Es posible que la vaca marina de Steller se hubiera extinguido sin intervención humana: en el momento de su descubrimiento su población ya estaba tremendamente reducida a sólo unos mil quinientos individuos, por causa de las glaciaciones que fragmentaron su población haciendo inhóspito su hábitat, y su diversidad genética demostraba un nivel de endogamia muy elevado, comparable al de la última población de mamuts lanudos en la isla Wrangel.

Reconstrucciones en vida:
https://cdn.britannica.com/94/67394-050-C0CD9347/Steller-sea-cow-shore-kelp.jpg
https://dinoanimals.com/wp-content/uploads/2023/01/Stellers-sea-cow-5.jpg
https://www.mundoprehistorico.com/wp-content/uploads/Vaca-Marina-de-Steller-01.jpeg

En el museo de historia natural de Harvard:


En el museo de historia natural de Viena: