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Aepyceros melampus

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Mensaje por Isidro Miér Feb 18, 2015 4:01 am

Aepyceros melampus (Lichtenstein, 1812)

31-Julio-2021.
Cautividad. Europa, España, Andalucía, Almería, Desierto de Tabernas, Oasys Mini Hollywood.
Leg: Isidro Martínez. Det: Isidro Martínez.


Dominio: Eukaryota.
Reino: Animalia.
Filum: Chordata.
Clase: Synapsida.
Orden: Artiodactyla.
Suborden: Ruminantia.
Superfamilia: Bovoidea.
Familia: Bovidae.
Subfamilia: Aepycerotinae.
Género: Aepyceros.
Especie: Aepyceros melampus.

El impala es una de las especies más conocidas de rumiantes africanos, y seguramente la más abundante. Se trata de un antílope muy similar a una gacela, aunque no está estrechamente emparentado con ellas. Este esbelto animal, de largas patas, mide hasta noventa centímetros de altura hasta la cruz, y tiene un pelaje color pardo anaranjado claro, salvo en el vientre, pecho, parte inferior del cuello y barbilla, que son de color blanco. Otras distintivas marcas son una línea vertical negra en cada uno de sus cuartos traseros, así como una mancha redondeada de pelo negro en las patas posteriores, un poco por encima de las pezuñas, lo que le otorga el nombre de melampus ("pies negros"). La delicada cabeza, con ojos grandes y orejas delgadas y puntiagudas, porta además, en el caso de los machos, dos magníficos cuernos negros, de hasta noventa centímetros de longitud, con forma de lira, afilados y provistos de crestas transversales. Las hembras carecen de cuernos, y además son algo más finas y pequeñas que los machos, por lo que su peso es notablemente menor.

Se distribuye muy ampliamente por casi toda la mitad meridional del continente africano, desde Kenia y Uganda hasta Botsuana y con una población aislada en el sur de Angola y norte de Namibia. Está ausente en la región del Cabo, demasiado fría para ellos. Se divide en dos a seis subespecies según los diversos autores. Vive en la sabana arbolada y en bosques poco densos, donde se alimenta de hierba, hojas de arbustos y semillas. En épocas de escasez, los impalas siguen a las manadas de babuinos para alimentarse de las hojas y frutos que éstos tiran de los árboles, lo mismo hacen con las manadas de elefantes. Necesita el refugio de los árboles a donde se dirige cuando se ve amenazado, un comportamiento en el que difiere de la mayoría de antílopes de sabana, que prefieren el campo abierto. El impala es un animal de actividad diurna, y como dato curioso, es el que menos duerme de todo el reino animal: sólo tres horas al día.

El impala es muy sociable, juntándose machos y hembras en grandes rebaños, pero en la época de reproducción, cada macho defiende un harén de hembras y no tolerará la presencia de machos intrusos, salvo aquellos que sean demasiado jóvenes o demasiado viejos como para interesarse en su harén. Camina de un lado a otro con la cola erecta y las orejas gachas, y si divisa un rival, le avisa de que no es bienvenido bostezando, negando con la cabeza y haciendo bien visible el color blanco de su vientre. Si no se amedrenta, ambos machos entrechocan sus cuernos, sin producirse heridas, hasta que uno se da por vencido. Tras la gestación, cada hembra pare una sola cría, pero las crías se reúnen con un grupo de pocas hembras en lo que se conoce como guardería, para que las demás hembras puedan pastar. Los machos más jovenes y los más viejos también se reúnen en manadas propias. Los individuos dentro de un mismo grupo social se asean unos a otros con la lengua para reforzar vínculos, pero no pueden hacerlo al mismo tiempo, por lo que el impala aseado devolverá el favor más adelante al impala aseador.

Este animal es una de las piezas clave de los ecosistemas africanos, ya que es una de las principales presas de todos los grandes depredadores: leones, leopardos, hienas, guepardos, perros pintados, cocodrilos, pitones, etc. Por ello, ha desarrollado una serie de señales de alarma para alertar al resto de su manada de la presencia de depredadores, señales que también son tenidas muy en cuenta por otras especies diferentes de animales. La primera es visual: cuando está alarmado levanta la cola, mostrando el blanco de su parte inferior, muy visible desde lejos, mientras pega enormes saltos que pueden llegar a alcanzar los diez metros de longitud. Como es un animal parcialmente forestal, a veces las señales visuales no son muy efectivas, por ello el impala dispone también de señales de alarma acústicas (un resoplido similar al disparo de un rifle, de gran alcance auditivo) y olfativas: sus patas posteriores, justo debajo del pelo negro que forma una mancha redonda, portan unas glándulas que secretan feromonas ante la presencia de un depredador, y por ello los impalas saltan dando coces al aire, para que el olor se expanda eficazmente. Estas glándulas olorosas también se utilizan para marcar los caminos y ayudar a reagruparse a las manadas.

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Última edición por Isidro el Lun Feb 23, 2015 8:30 am, editado 1 vez
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