Cirsium arvense

Cirsium arvense (Linnaeus, 1753) Scopoli, 1772

12-Mayo-2010.
Europa, España, Aragón, Zaragoza, Peñaflor de Gállego, en zona de matorral mediterráneo yesífero y pinar de Pinus halepensis.
Leg: Isidro Martínez. Det: Isidro Martínez.


Dominio: Eukaryota.
Reino: Plantae.
Filum: Anthophyta.
Clase: Magnoliopsida.
Orden: Asterales.
Familia: Asteraceae.
Subfamilia: Carduoideae.
Género: Cirsium.
Especie: Cirsium arvense.

Un cardo típico, muy variable, no demasiado llamativo. Es vivaz, erecto, rizomatoso, dioico, y mide hasta un metro y treinta centímetros de altura, con tallos no alados o de alas muy cortas, y con las hojas espinosas, sésiles o algo decurrentes, de lanceoladas a oblongas, normalmente lobuladas (o incluso pinatífidas) con lóbulos triangulares espinosos, pero a veces enteras. La espina terminal de la hoja es la más larga, midiendo hasta catorce milímetros. Florece en verano con cabezuelas de color morado claro a rosado pálido, cuyo involucro ovalado mide hasta diecisiete milímetros de longitud y trece de anchura, y sus brácteas son poco espinosas (sólo las inferiores poseen espinas, y éstas miden menos de un milímetro). Las flores, largamente tubulares, tienen la corola pentalobulada, de más o menos un centímetro y medio de longitud, aunque los cardos femeninos tienen las flores más cortas que los ejemplares masculinos. Los estambres no han desaparecido de las flores femeninas, pero sus anteras están atrofiadas. Las cabezuelas florales se reúnen en panículas corimbiformes de una a cinco y se sitúan sobre pedúnculos muy cortos en la punta de las ramas. El fruto es un aquenio amarillento de unos cuatro milímetros de longitud, terminado en un vilano plumoso, de doce a dieciocho milímetros de longitud, más largo que las flores. Sorprendentemente, las flores masculinas son también capaces de producir fruto, teniendo éste un vilano mucho más corto que el de las femeninas.

Se distribuye por toda Europa, mientras que en algunos lugares como Islandia y Canadá es una especie invasiva introducida. Gusta de terrenos removidos, nitrificados o degradados como campos labrados o bordes de caminos, pero puede crecer también en claros de bosque, prados y baldíos, a entre setenta y mil novecientos metros de altitud. Siente cierta preferencia por los suelos fácilmente inundables. En algunos lugares, se ha introducido a la mosca Urophora cardui, parásita de esta planta, con el fin de controlar sus poblaciones invasivas.