Antiaris toxicaria

Antiaris toxicaria Leschenault, 1810

16-Septiembre-2021.
Cautividad. Europa, Austria, Viena, Parque del Palacio de Schönbrunn, Palmhaus.
Coordenadas: 48°10′56″N, 16°18′09″E.
Leg: Isidro Martínez. Det: Palmhaus de Viena.


Dominio: Eukaryota.
Reino: Plantae.
Filum: Magnoliophyta.
Clase: Magnoliopsida.
Orden: Rosales.
Suborden: Urticineae.
Familia: Moraceae.
Género: Antiaris.
Especie: Antiaris toxicaria.

Única especie del género Antiaris, éste es un gran árbol tropical de hasta sesenta metros de altura (raramente más de cuarenta y cinco metros), que posee un tronco alto y recto, relativamente fino, de hasta un metro y setenta centímetros de diámetro, despejado de ramas hasta unos veintitrés metros de altura, y que está cubierto por una corteza rugosa de tonalidad blancuzca. El tronco suele poseer contrafuertes en su base. El árbol es de crecimiento rápido, en posición soleada suele crecer unos cincuenta centímetros al año. Puede ser perennifolio o caducifolio dependiendo de la localidad. Las hojas son elípticas, simples, alternas y pecioladas, de siete a veinte centímetros de longitud y de tres a seis de anchura. Cada hoja posee de diez a catorce pares de nervios secundarios. Las hojas jóvenes son vellosas. Las ramas, hojas y corteza exudan un látex viscoso muy tóxico si son cortadas. Es una planta monoica. Las inflorescencias son axilares, verdosas, las masculinas redondeadas y las femeninas con forma de pera. El fruto es una drupa comestible, elíptica u ovalada, de unos dos centímetros de diámetro, de color rojizo a negro. Sin embargo, el tamaño del fruto se incrementa gradualmente desde las poblaciones africanas hasta las de Oceanía. Cada fruto contiene una sola semilla de color pardo claro.

Tiene una amplísima área de distribución que abarca desde el África tropical, incluyendo Madagascar, por todo el sur de Asia e Indonesia hasta el norte de Australia y Polinesia. Se divide en cinco subespecies. Habita en junglas primarias y en sabanas arboladas, desde el nivel del mar hasta unos mil ochocientos metros de altitud. El látex tóxico que exuda el árbol se ha empleado tradicionalmente para envenenar puntas de flechas para cazar. Aunque la savia es sumamente tóxica si entra en el torrente sanguíneo, aparentemente sus propiedades tóxicas no son efectivas por ingestión. También es muy apreciado por su madera.