Cryptopsaras couesii

Cryptopsaras couesii Gill, 1883

27-Julio-2019.
Cautividad. América, Norteamérica, Estados Unidos, Nueva Inglaterra, Massachusetts, Suffolk, área metropolitana de Boston, Cambridge, Campus de la Universidad de Harvard, Museo de Historia Natural de Harvard.
Leg: Isidro Martínez. Det: Harvard Museum of Natural History.


Dominio: Eukaryota.
Reino: Animalia.
Filum: Chordata.
Clase: Osteichthyes.
Orden: Lophiiformes.
Suborden: Ogcocephaloidei.
Superfamilia: Ceratioidea.
Familia: Ceratiidae.
Género: Cryptopsaras.
Especie: Cryptopsaras couesii.

Es un pez abisal típico de su familia, y única especie del género Cryptopsaras. La hembra mide hasta cuarenta y cuatro centímetros de longitud y posee un cuerpo alargado, lateralmente comprimido, con la piel de color negro cuado es adulta y marrón cuando es joven, y desnuda de escamas, pero cubierta de espinas profundamente embutidas dentro de la piel, de las que asoman tan sólo las puntas. Posee una gran cabeza, y una boca casi vertical cuando está cerrada, armada por dos o tres hileras de dientes plegables muy afilados de longitudes irregulares, estando los más grandes concentrados en la mandíbula inferior. Por encima de su cabeza tiene un ilicio, que es un radio modificado de la aleta dorsal, que encaja en un estuche de la piel y que termina en una esca en la que viven bacterias simbióticas luminosas. Un poco por delante de la aleta dorsal, posee tres carúnculas con forma de maza, la central grande y las laterales pequeñas. Estas verrugas son glándulas que segregan una sustancia viscosa que contiene gránulos luminosos. Los ojos son pequeños y se sitúan justo al nivel del nacimiento del ilicio. Las aletas pectorales tienen forma de abanico. Las aletas dorsal y anal tienen cada una cuatro radios, blandos, simples y ampliamente separados por una membrana transparente. La aleta caudal es la mayor de todas, es ovalada y posee ocho radios, separados por amplias membranas transparentes, los radios más externos de esta aleta son simples, pero los centrales son bifurcados. El macho se reduce casi a un simple apéndice parásito del vientre de la hembra y mide hasta siete centímetros y medio de longitud. Su boca posee un par de colmillos con los que se sujeta a la hembra perforando su piel. Los ojos de los machos son grandes antes de que encuentren una hembra, pero se reducen a vestigios una vez se han fijado a una hembra en la que vivir. Los machos de vida libre miden como máximo un centímetro de longitud.

Se encuentra en las profundidades de todos los océanos, a entre setenta y cinco y tres mil ochenta y cinco metros de profundidad. La hembra usa su esca luminosa para atraer a otros peces hacia ella, y así devorarlos. El sistema digestivo del macho está atrofiado como adaptación a su vida parásita. Los machos que no han encontrado todavía una hembra en la que vivir, tienen una vida libre y se alimentan por sí mismos. Los machos abundan mucho más que las hembras y muchos han de vivir sin parasitar a una de ellas. A pesar de ello, tan sólo un seis por ciento de las hembras adultas están parasitadas por machos, lo que es una indicación de lo escasos que resultan los encuentros entre miembros de esta especie en la oscuridad perpetua del abismo. En gran parte ello se debe a que, al contrario que todos los demás ceratioideos, los machos no poseen la capacidad de detectar feromonas de las hembras en el agua, y se guían únicamente por la vista para encontrar hembras. A pesar de ello, el éxito reproductivo es relativamente alto y pueden encontrarse larvas de esta especie durante la mayor parte del año en el océano Atlántico. El macho libera esperma continuamente, y la hembra pone sus huevos en masas gelatinosas que se dispersan a la deriva.

Siempre me ha parecido muy curioso el comportamiento de los machos de esta especie. Supongo que durante las primeras fases de evolución de este comportamiento, el macho comería pequeños pedacitos de la hembra o algo similar hasta que se desarrollara un tejido que pueda mantenerlo.