Aeoliscus heinrichi

Aeoliscus heinrichi (Heckel, 1850)

11-Agosto-2015.
Cautividad. Europa, Francia, Países del Loira, Loira Atlántico, Nantes, Place de la Monnaie, Muséum d'histoire naturelle de Nantes.
Leg: Isidro Martínez. Det: Museo de Historia Natural de Nantes.


Dominio: Eukaryota.
Reino: Animalia.
Filum: Chordata.
Clase: Osteichthyes.
Orden: Gasterosteiformes.
Suborden: Syngnathoidei.
Familia: Centriscidae.
Subfamilia: Centriscinae.
Género: Aeoliscus.
Especie: Aeoliscus heinrichi.

Éste era un pez que alcanzaba hasta quince centímetros de longitud. Tenía una morfología muy curiosa. Su cuerpo era alargado y muy comprimido lateralmente, y estaba cubierto de grandes placas duras transparentes que le protegían de los depredadores. Su hocico se prolongaba en un largo y fino rostro que ocupaba un tercio de la longitud total del cuerpo, y en cuyo extremo se abría una pequeña boca tubular. La cola terminaba mucho antes que el final del cuerpo, acabando en una delgada aleta caudal situada en la parte inferior del cuerpo en lugar de en el extremo del mismo. El final del cuerpo era en realidad una gruesa espina, articulada en su parte media y móvil, que constituía una prolongación del primer radio de la aleta dorsal. La parte móvil de esta espina era mucho bastante larga.

Vivió durante el periodo Oligoceno inferior, en el Rupeliense. Era común en el Mar de Tethys, de aguas tropicales a poca profundidad, y era la más extendida de las cuatro especies de Aeoliscus que habitaban Europa durante el Oligoceno. Se mantenía estático en el agua, en posición vertical, con la cabeza dirigida hacia abajo, manteniéndose siempre muy cerca de corales, erizos de mar o plantas marinas entre las cuales camuflarse. Vivía en pequeños grupos y se alimentaba de pequeños crustáceos. Esta especie se fue transformando paulatinamente en otra, Aeoliscus distinctus, que le sucedió inmediatamente en la escala temporal, y en el cual la parte móvil de la espina dorsal era más corta, similar a la del actual A. strigatus. Sus fósiles han sido hallados en Francia y Alemania, y son muy frecuentes, como atestiguan los más de cinco mil ejemplares bien conservados depositados en el Museo G. Cuvier en Montbeliard, Francia.